Cuando empiezas una relación la empiezas con la promesa de un siempre. Un siempre que se va rasgando con el tiempo y que parece ievitable. Más aún en relaciones adolescentes (dejadme creer que sigo en la adolescencia, al menos hasta los 20). Es momento de sembrar las semillas del futuro y muchas veces no queremos que nada o nadie las riegue en exceso. Además, ¿quién abre la ventana en plena tormenta? Nadie. Pero la vida es algo demasiado corto como para ser como los demás. Y nadie se acordará de ti si haces lo que hace todo el mundo. Abre la ventana en medio de una tormenta o sal en manga corta en invierno. Se diferente y triunfarás. Y así funciona en las relaciones. Nunca hagas lo que la otra persona espera de ti. Sorpréndele, haz de vuestra historia algo diferente y que cualquiera quisera tener. Di siempre si es lo que realmente sientes y no te asustes. No pienses que la otra persona está interfiriendo en tu camino, hazla parte de él. Bésale en medio de la calle y que la gente se quede mirando, o simplemente mírale y díselo todo. Merece la pena llorar si es él quien te seca las lágrimas, merece la pena reír si es a su lado. Siempre.
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