16 de diciembre de 2011

Recuperar un tesoro.

La amistad se puede definir de muchas maneras. Depende del diccionario utilizado se verán distintos matices. Pero una cosa tienen que tener en común; los amigos. Los amigos son como las plantas, o los riegas y los alimentas un poco cada día o mueren. Por desgracia yo he tenido que llegar a los puntos finales de muchas amistades últimamente, pero volveré a por las que realmente me importan, a por las que necesito para sonreír.
La Rubia. Ayer casi lloro al escuchar su voz. Nunca imaginé que la echaría tanto de menos. Demasiado. Echo de menos esos ojos verdes que lo transmiten absolutamente todo. Pero esa conversación fue solo el principio de la amistad que nos toca revivir. He hecho cosas mal. Probablemente ella también. He metido en medio a gente que no se merece pasar por esto. Pero he pedido perdón. Y no he pedido perdón porque así me voy a sentir mejor. He pedido perdón porque (perdonadme la expresión) la he cagado. He dejado que la comodidad sucumba la amistad. Me he puesto a mí por encima de ella y todos somos iguales. Me ha parecido más fácil protestar en vez de actuar. Pero las palabras ya han perdido valor. Tengo que verla. Darle un abrazo y dejar que el tiempo me ayude.
¿Alguna vez os he hablado de un amigo mío que le conozco desde que tengo 3 años? No se si leerá esto, pero si lo lee estará de acuerdo conmigo en que siempre ha sido un poco cabezota. Pero siempre ha sido mi amigo y me encanta que sea así. Recuerdo los recreos con 3 años en el patio jugando despreocupadamente. El que me ha acompañado en el comedor del colegio toda mi vida. Con el que más horas he pasado jugando a balón quemado o a lo que fuera. Si alguien me ha hecho reír, ha sido él, sin duda. Hace poco recuerdo que fuimos en su coche al McDonald’s. Otra vez. Echaba de menos reírme tanto. Que si por lo mal que conduce (que en realidad, no es cierto si no, no me habría montado), que si las hamburguesas que si la bebida. Todo. Y es en esos pequeños momentos cuando te das cuenta de que por muchas cosas mal que se hagan siempre habrá una buena que te recuerde porque sois amigos. También le echo de menos. Vive cerca de mí. Algún día le sorprenderé con una buena sonrisa en la puerta de su casa.
Luego están los otros amigos. Los que crees que lo son. Por los que intentas luchar para acabar rindiéndote porque no son lo que esperabas. Porque no siempre el polo positivo y el polo negativo se atraen. Hay que saber dejarlo pasar. Estar cerca de los que de verdad te cuidan. Y seguramente alguien me dirá que soy una deficiente o que esto son solo incongruencias de la subnocracia pero lo siento, la aristocracia nunca estuvo hecha para mí.


No hay comentarios:

Publicar un comentario