29 de octubre de 2011

Fantasmas del pasado

Vuelven. Para bien o para mal. Es curioso como algo efímero puede cambiar radicalmente el curso de los acontecimientos. Cosas que salieron mal, y que una vez que las superas vuelven como para decirte ¡eh! ¿Qué pasa conmigo? Y lloras. Por lo que pudo ser y no fue. Por lo que vuelve después de un tiempo y cuando por fin puede ser, no es. O es y no debió ser. Al menos de la misma forma, nunca lo será. Las situaciones cambian. Las personas cambian. Son tantas las posibilidades de que todo salga mal...
Malentendidos. Muchas veces les echamos la culpa de lo que nos pasa. Y yo me pregunto, ¿por qué demonios las personas nos morimos de miedo cuando nos gusta alguien? El miedo a meter la pata ha arruinado a miles de parejas que se querían y nunca se atrevieron a decirlo. Mi caso es diferente. Viejos fantasmas vienen del pasado, sí, y puede que compliquen las cosas, pero ya no dan el miedo que dieron la primera vez que los vimos. Ya no siento lo mismo. Afortunadamente.
Puede que nadie entienda por qué hago las cosas, ni siquiera yo. Lo que sé es que ahora tengo una situación de equilibrio. Me siento mujer, feliz, poderosa. Por fin siento que tengo las riendas de mi vida, y que no estoy a merced de sentimientos ajenos. Y eso es lo que importa. Y espero, con el tiempo poder entender por qué hago las cosas, o por qué sucedieron así, y sonreír.

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