21 de noviembre de 2011

Would you just stay in my life?

Mañana es día 22. Y como cada 22, uno más. Y ya van 9. 9 meses a su lado. 9 meses de felicidad insaciable. A veces hasta yo misma me pregunto si es posible querer tanto alguien. Si es posible que el corazón duela de tanto querer. Si es posible necesitar su mirada cada día. Es posible. De hecho, es necesario.
Mi vida como estudiante de medicina no me da mucha tregua, para que nos vamos a engañar. Pero me  fascina buscar huecos imposibles para ver su sonrisa. Y él me lo agradece, pero no me tiene que agradecer nada. Porque lo necesito, forma parte de mí. Se ha convertido en algo demasiado importante. Y seguramente esté dejando cosas de lado, o me esté perdiendo algo. Pero merece la pena. Es complicado expresar cuanto merece la pena. Solo puedo decir que mucho. Y con eso basta. No quiero más.
Hace poco, me escribió una historia. La tituló como “Él y ella”. Es algo privado y no estaría bien publicarla así sin más. Pero puedo deciros que esa historia me abrió más los ojos, si es que se podía. Me hizo darme cuenta de que realmente he sido algo positivo en su vida. De que somos un equipo. Casamos como piezas de puzle, nos complementamos. Muchas veces una mirada dice más que mil de nuestras palabras. Y eso solo se consigue con tiempo, con ganas, con la ilusión del primer día y con la esperanza del siguiente. Y entonces… una lágrima de felicidad por saber que esto continúa; una lágrima en la mejilla del tiempo.


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